Reflexión

Volver a empezar


Ay! la nueva normalidad. 5 meses han pasado ya desde que confinaran a todo el país, y a más de medio mundo. Muchos todavía siguen confinados. Y otros tantos apenas salen de casa por miedo a pillar este maldito virus. Pero parece que estamos todavía lejos de que se solucione el problema, y a lo más que podemos aspirar es tener al virus más o menos bajo control.

Desde aquel 14 de Marzo, justo una semana después de una de mis mejores hazañas en las 100 Millas Sierras del Bandolero, aparqué toda actividad deportiva. Al ver como las competiciones se iban cancelando no me quedó otra opción que poner el freno de mano y plantearme seriamente los próximos años en cuanto a las carreras de montaña. Como todos sabéis, correr es un deporte por lo general lesivo. El impacto constante contra el suelo, una y otra vez, termina por pasar factura a las articulaciones, especialmente tobillos, rodillas y cadera. Si le sumas algún problema que tengas biomecánico, pues las lesiones están aseguradas. Y si encima, le sumas que corres por la montaña, sorteando piedras, raíces y demás obstáculos, pues raro es el día que no te levantes con molestias en alguna parte de tu cuerpo.

Y esto es lo que ocurría a mi. Desde que empecé a correr en serio, encadenando muchos entrenamientos de carrera a pie, pues raro era el día que no terminara con molestias. Y el problema es que muchas de ellas se iban quedando conmigo y no había manera de que se fuera. Ni fisioterapia, ni estiramientos, ni descansando una semana de correr. Así que cuando nos confinaron decidí parar en seco y, cuando nos dejaron empezar a salir, ir a visitar a los profesionales con la intención de empezar de nuevo. De empezar a construir bien los cimientos. De eliminar cualquier problema biomecánico que me estuviera produciendo tantos dolores en los tibiales posteriores, rodillas y caderas.

Mi primera visita fue al traumatólogo, que me mandó resonancias magnéticas de las rodillas y ambas tibias. Los resultados fueron buenos. Aparte de una condrolomacia en la rodilla izquierda, que no debería darme muchos problemas a la hora de correr, no había nada más. Ni fractura en las tibias por estrés, ni problemas en los ligamentos de las rodillas. Solo algo de periostitis tibial en ambas piernas. Su diagnóstico fue que el problema podría ser biomecánico.

Así que me puse en manos de un podólogo experto en posturología. Inmediatamente vio un problema de rotación hacia fuera en mi pierna derecha, posiblemente por algún problema en la musculatura de la cadera: piramidal, glúteo, psoas illiaco… También un problema en la pisada. Por un lado los pies cabos, que ya me habían diagnosticado anteriormente, y por otro que en el pie izquierdo descargaba más en el talón y en el derecho descargaba más en los metatarsos. Al parecer, la pierna derecha la tenía un poco más acortada que la izquierda. Así que terminé con unas plantillas para los pies cabos y un pequeño suplemento para el talón de la pierna derecha.

El siguiente paso, ir a visitar a un fisioterapeuta experto en posturología y deporte. El diagnóstico es que, a pesar de tener mucha fuerza en todo el tren inferior, no tengo apenas control de la cadera, con una descompensación abrumadora entre la pierna izquierda y la pierna derecha. Así que estamos trabajando dos días a la semana toda la zona de glúteos, y otro día a la semana un trabajo específico de fisioterapia para relajar toda la cadena muscular posterior.

Y justo esta semana he empezado a hacer algo de deporte, un poco de bici y algo de carrera a pie. En principio sin pretensiones, solo valorando que no hay molestias. Así que en los próximos meses voy a centrarme en trabajar movilidad, estabilidad y fuerza, a la vez que hago algunas tiradas en bici y por la montaña. Esperemos que antes de final de año pueda estar otra vez al 100% con los entrenamientos de trail para preparar la próxima temporada. Eso si, con un cuerpo totalmente nuevo.

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