¡Por fin! tengo un rato para escribir tranquilo estas lineas. Y es que una semana después de disputar UTSB – Ultra Trail Sierras del Bandolero – 2018, todavía estoy digiriendo lo ocurrido durante el pasado fin de semana. Son muchos los momentos y los sentimientos, algunos indescriptibles, que tengo rondándome la cabeza desde entonces. A ver si consigo ordenarlos.
Previo a la carrera
Desde el principio de la semana ya se auguraba un fin de semana complicado. Nadie se aventuraba a dar una previsión más o menos acertada del tiempo que iba a hacer durante la carrera. Lo único seguro es que iba a llover. Y mucho. La borrasca Emma se dejaba caer por la península haciendo estragos, especialmente por la costa. Pero no muy lejos de la costa, en la Sierra de Cádiz, el tiempo no era muy distinto. Allí, en la sierra, se registraban las mayores precipitaciones de toda la temporada, y de las mayores de los últimos años, provocando que el caudal de los ríos de la zona aumentaran considerablemente. Alguno de ellos, el Guadiario concretamente, se desbordó el día antes de la carrera e iba a tener consecuencias.

Fotografía: Karl Smallman. Río Guadiaro al paso por Jimera de Libar el día antes de la carrera. Por ahí debían pasar los corredores.
La dirección del UTSB se reúne el día antes de la carrera para decidir y ejecutar un plan de acción respecto al desbordamiento del río Guadiaro, que afectaba concretamente al tramo que va desde Benaoján hasta Jimera de Libar. Tramo que discurre a la vera del río Guadiario y que, en ese momento, se encontraba anegado por el cauce del río. El camino era intransitable en su totalidad. La organización decide eliminar el tramo que va desde Ronda hasta Villaluenga del Rosario, porque aunque a partir de Cortes de la Frontera los caminos si que eran transitables, la única forma de llegar a Cortes de la Frontera sería volviendo por el mismo camino y bajar desde Villaluenga del Rosario. Es decir, la carrera debería tener dos bucles por el que se cruzarían los corredores de ida y de vuelta. Un bucle desde Villaluenga del Rosario hasta Ronda, y otro bucle desde Villaluenga del Rosario hasta Cortes de la Frontera. El problema de meter un bucle en una carrera es que por los caminos técnicos y estrechos los corredores que vienen de vuelta, que son normalmente los que llevan un ritmo más rápido y están disputando la carrera, se ven frenados por los corredores que van de ida. Así que la organización decide dejar solo el bucle hasta Ronda, y quitar el de Cortes de la Frontera. Así que la carrera se quedaría en unos 135km.
2 de marzo – Día de la carrera
El día de la carrera consigo dormir 8 horas. Increíble. Normalmente me cuesta conciliar el sueño el día antes de una carrera y suelo terminar durmiendo apenas 2 o 3 horas. Pero estaba tranquilo esa noche. Después de un buen desayuno nos vamos mi mujer y yo a Prado del Rey, porque tenía cita con el médico para una revisión médica obligatoria que certifique que estoy en condiciones de correr. Toma de tensión, un electrocardiograma y una espirometría. Todo en orden. Recogí el dorsal y nos fuimos a Grazalema, dónde nos íbamos a alojar, a comer y terminar de preparar todo para la carrera.

Fotografía: John Ortiz. Zona de Simancón el día de la carrera
Estuvo también todo el día lloviendo a mares, como estaba previsto. A las 5 de la tarde nos plantamos con un poco de tiempo en Prado del Rey, para salir a las 6 de la tarde tal y como estaba planeado. Pero justo antes de la salida Miguel Ángel Pozo, director técnico de UTSB, nos comunica a los corredores que la carrera se tiene que aplazar al día siguiente a las 10 de la mañana y que, además, ya no se llegaría a Ronda, sino que el bucle terminaría en Montejaque. Es decir, otro recorte de 18 kilómetros en el recorrido, que lo dejaría en un total de 120km aproximadamente. El aplazamiento se debía al mal tiempo en altura, por la zona de Simacón, Boyar y demás. No solo era la lluvia, sino el fuerte viento que estaba soplando y que ponía en riesgo a los corredores.
Esto sentó como un jarro de agua fría a todos los corredores que ya estábamos preparados en la linea de salida. Ya estábamos mentalizados. Habíamos respetado las comidas. Hidratado bien. Descansado bien. Nos habíamos puesto hasta arriba de cafeína para afrontar la noche. Y las pulsaciones ya las teníamos a tope. Estábamos listos para la carrera. Pero creo que fue correcta la decisión. Justo antes yo había estado por la zona del Boyar, porque tenía que bajar desde Grazalema a Prado del Rey, y el viento allí te tiraba literalmente al suelo. Por la zona del Simacón tenía que ser imposible correr con ese viento.
Así que nos volvimos a la casa a cenar e intentar descansar esa noche.
3 de marzo – Segundo día de la carrera
Ahora si. El tiempo parecía que nos iba a acompañar. Nublado e intervalos lluviosos, pero mucho mejor que el día anterior… o eso parecía.

Fotografía: John Ortiz. Zona de Simacón. Mucha niebla, lluvia y viento.
Por fin se leyó el Juramento Bandolero y todas las almas que nos habíamos allí reunido salimos corriendo a la sierra. En el Boyar la cosa empezó a empeorar. Entró muchísima niebla y el viento empezaba a apretar. Y también la lluvia volvió a hacer acto de presencia. Y desde entonces… no paró de llover. Así que a partir de aquí no hablaré más del tiempo. Agua, y más agua, y viento durante toda la carrera.

Cambio de ropa en Villaluenga del Rosario. Me hizo volver entre los muertos para empezar a disfrutar de la carrera.
Desde la salida empezó a molestarme las zapatillas, unas La Sportiva Akyra, que eran prácticamente nuevas y con muy poco rodaje. Culpa mía. Como tenía planeado correr poco al principio, pensaba que no tendría ningún problema con las zapatillas. Pero todo lo contrario. La caña se me clavaba en el tobillo, y si aflojaba los cordones entonces me bailaba el talón. Llegué a Villaluenga del Rosario con los pies destrozados, y solo era el kilómetro 42. Quería abandonar, porque me costó muchísimo llegar hasta allí. Mucho más de lo planificado. Estaba claro que así no podía seguir. Pero todo cambió cuando decidí cambiar de ropa y zapatillas. Volví a mis Salomon S/Lab Sense Ultra, que son unas zapatillas mucho más ligeras. Con menos protección, si, pero que no me hace ninguna rozadura en los pies.
A partir de ahí la carrera cambió. En todos los sentidos. Desaparecieron los dolores. Era muchísimo más rápido por los senderos técnicos. Desde Villaluenga del Rosario hasta Montejaque y vuelta lo hice corriendo todo el tiempo, incluso la subida y bajada del Puerto del Correo. Era otra persona. En este bucle adelanté a unos 30 corredores. Y hasta El Bosque a más de 40.

En Montejaque, kilómetro 61, me encontraba bastante bien. Ya solo quedaba volver hasta Prado del Rey
Las zonas de Llanos del Republicano y Llanos de Libar, estaban totalmente encharcadas. Imagínate correr 20km, ida y vuelta a Refugio de Libar desde Villaluenga del Rosario, con agua por los tobillos y de noche. Una pesadilla.
A pesar de que hacía viento y lluvia, era llevadero. Los peores momentos eran a la salida de los avituallamientos, que tenías que adaptarte al frío una y otra vez. Intentaba subir pulsaciones para entrar en calor, hasta que se regulaba la temperatura dentro de la membrana. Las piernas fueron otro problema. Tuve que ponerme un pantalón de montaña a la vuelta de Villaluenga del Rosario para mitigar el efecto del viento en las piernas mojadas. Funcionó.
A la llegada a Villaluenga del Rosario también tuve un amago de pájara, tuve que parar por 15-20 minutos, sentarme tranquilo y forzarme a comer un poco. Tomármelo con un poco de calma. Se me pasó y pude hacer la vuelta bien hasta Grazalema. Este tramo fue un poco infernal, no por la dificultad del terreno, que era muy técnico, sino porque era casi imposible ver las balizas. Llovía muchísimo. Había niebla. Algunas balizas se habían volado con el viento, otras estaban liadas en las copas de los árboles, y otras sucias por el barro y no se reflectaban bien. Pero nos unimos un grupo de unas 10 personas y llegamos hasta Grazalema. Aunque tuvimos que parar varias veces y volver sobre nuestros pasos para ver donde estaba la maldita baliza.
La estrategia en Grazalema era clara. Masaje, calentar en la subida al Boyar y correr hasta meta. Hasta El Bosque… Y digo hasta El Bosque, porque justo cuando llegué al avituallamiento llamó la organización para neutralizar la carrera, debido a la crecida del Río Majaceite que hacía intransitable el camino hasta Prado del Rey. Lo cierto es que el tramo que más miedo pasé durante toda la carrera fue precisamente el sendero que va desde Benamahoma hasta El Bosque. Ese sendero pasa a la vera del Río Majaceite y en ese momento el caudal había subido y se estaba metiendo en el sendero. El río bajaba con mucha fuerza. Era peligroso porque un traspiés con una piedra te podía mandar al río, y vete a saber donde hubieras terminado. Iba con intención de decirle a la organización en El Bosque del riesgo de coger por ese sendero, pero justo me neutralizaron. Ya lo sabían.

Neutralizado en El Bosque, a solo 12km de meta, después de 21 horas de carrera
Quedaban solo 12 kilómetros para meta. 12 KILÓMETROS para cruzar el arco. Pero me dijeron que la carrera terminaba allí para mi. Aunque también se considera finisher a los neutralizaron en El Bosque y Benamahoma, te queda ese sabor agridulce de no llegar a la meta. Después de 21 horas de carrera, allí me encontraba. Pingando. Destrozado. Satisfecho por haber terminado la carrera. Cabizbajo por no poder cruzar el arco con los brazos en alto y llorando como una magdalena.
Pero aquí no tiene la culpa nadie. No se puede echar un pulso a la naturaleza, y creo que la organización hizo bien en neutralizar la carrera. El río daba mucho miedo. Menos mal que mi mujer, que la pobre no pudo pegar ojo en toda la noche, estaba esperando en ese avituallamiento. Me monté en el coche y me fui de vuelta para Grazalema. Una buena ducha con agua caliente y a la cama. A descansar y disfrutar del reto conseguido.
Mis pasos por los puntos de control:
- El Bosque (km 12): 1h 07′
- El Boyar (km 30): 4h 17′
- Villaluenga del Rosario (km 42): 7h 12′
- Montejaque (km 61): 10h 32′
- Villaluenga del Rosario (km 82): 14h 08′
- Grazalema (km 96): 17h 53′
- Benamahoma (km 107): 20h 15′
- El Bosque (km 112): 21h 06′
- Prado del Rey (km 124): NEUTRALIZADO
Os dejo un vídeo con lo que viví los días de la carrera.
Reflexión
Ha sido una carrera difícil, no solo para los corredores, sino también para voluntarios y familiares. Especialmente los que están en casa esperando a saber noticias tuyas. Es cierto que sabemos donde nos metemos, pero muchas veces decidimos con el corazón y no con la cabeza. Después de 4 meses entrenando exclusivamente para esta carrera, lo único que queremos es correr. No pensamos en que podemos poner nuestra vida en peligro. Así que dejamos esta decisión a la organización que, con su mejor criterio, adoptará un plan que no ponga en riesgo a los corredores.
Pero los corredores también tenemos que poner de nuestra parte. No podemos correr con una bolsa de basura como chubasquero (sí, los hubo) ni un chubasquero de los chinos. No podemos correr en pantalón corto ni manga corta (sí, también los hubo), a menos que sepas lo que estás haciendo. En la montaña toda precaución es poca. Y no puedes tomar riesgos pensando que la organización tiene un plan para evacuarte. Lo tiene, pero esa es la última bala que gastar. Los primeros que tenemos que minimizar los riesgos somos nosotros, los corredores.
El año que viene quiero volver. Me lo deben. Y hacer los 166km si el tiempo lo permite. Y espero por fin sacarme esa espinita y cruzar la meta como es debido.
Os dejo un último vídeo de John Ortiz que es un pequeño resumen de lo que fue la carrera.